miércoles, 30 de junio de 2010

Budismo y sometimiento

Una de las imágenes más emblemáticas del budismo (tanto en Asia como en Occidente) es la del Buddha sentado en la posición de loto con las manos en gesto de meditación, con una expresión facial que en la mayoría de las representaciones denota una profunda serenidad.

Aunque la mayoría reconoce que la serenidad es un estado fundamental dentro del pensamiento budista, por lo general no se intenta penetrar en los mecanismos que conducen a ese estado. La imagen de tranquilidad que evocan las representaciones del Buddha de cierta manera opacan los procesos previos a ese estado, prácticas de autodominio y sometimiento de los obstáculos internos que pueden echar mano de recursos tales como la coacción e incluso cierto grado de violencia, como es el caso de la práctica del indriyasamvara o restricción de los órganos de los sentidos, los cuales son considerados fuerzas dominantes a las que se debe someter o en caso contrario con seguridad producirán condiciones dañinas para el sujeto.

Lo mismo podemos decir de la esfera mítica/legendaria del budismo, donde ciertos personajes hostiles y destructivos de carácter dominante se presentan como obstáculos para la expansión del Buddhadharma antes, durante o después de la vida del Buddha Gautama. Reyes legendarios y míticos, así como también espíritus de la naturaleza (nagas, yakshas y rakshasas), poseedores todos ellos de esferas de dominio mundano, se enfrentan de manera agresiva al Buddhadharma o a alguno de sus representantes. Las tradiciones textuales y de cultura material (arquitectura, escultura y pintura) registran que estos seres se deben someter ante la autoridad del Buddhadharma, y cuando esto no es posible a través de la persuasión se debe recurrir a métodos más drásticos como el asombro, el desconcierto, la perturbación e incluso la amenaza violenta o la sujeción física.

Mientras que el yogi somete los factores mentales que demuestran ser obstáculos nocivos en su práctica, el conjurador budista domestica por medios externos a los enemigos del Buddhadharma. Ambos extienden su dominio apoderándose de las esferas de acción de sus adversarios, a quienes someten y transforman en instrumentos benéficos para el control de la mente o para la expansión de la doctrina.

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